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Dos errores de la defensa canaria y uno del árbitro facilitaron las cosas
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En cinco minutos, los pepineros consiguieron un resultado que los canarios no pudieron remontar
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Un gol de Guerrero y dos de Luciano alejan a seis puntos del descenso a los de Garitano restando cuatro partidos
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Osasuna se convirtió matemáticamente en equipo de Segunda división
CRÓNICA: Juanma Álamo // FOTOS: Jesús Troyano
El CD Leganés, gracias a dos errores de los jugadores de la UD y uno del árbitro, logró dar un paso de gigante en el camino de la permanencia. Una noche inolvidable, por el resultado, en la que Javi Varas, Helder Lopes y Vicandi Garrido le pusieron el camino mucho más sencillo a los de Garitano. A estas alturas, aventaja en seis puntos al Sporting quedando doce por disputarse. Ni el más optimista de la ciudad podía soñarlo allá por el mes de agosto, pero tampoco el más pesimista de la UD podía pensar que iban a fallar dos jugadores y el árbitro durante cinco minutos inolvidables para el Leganés.

Ahora toca repasar calendario (Eibar, fuera; Betis, casa; Athletic, fuera; y Alavés, casa). Ese es el camino para confirmar una salvación, para hacer posible un sueño, para dejar para la historia una permanencia que pocos, por no decir casi nadie, pensaba que podría ser factible al empezar la temporada y que se podría dar con tan pocos puntos. Mientras, Osasuna ya es equipo de Segunda división. El fútbol tiene esta cosas. Unos jugaron con el banquillo; otros, los pepineros, siguen teniendo entrenador para tiempo. Según la presidenta: “el porcentaje de que siga depende de Garitano, tiene contrato en vigor”.
Lo de los primeros 45 minutos de Butarque agota al más ilusionado de los aficionados pepineros. No sé si era una cuestión de administrar distancias, de andar con tiento, del cambio de sistema (1-4-4-2), de aquello de la protesta del minuto 12 o de San Clarencio, que era su santo, que desde luego claro, claro, claro no deja nada en este campo que es y quiere seguir siendo de Primera.
4,38 millones de euros en obras
En el día en el que conocíamos que el club se ha gastado de 4,38 millones de euros en arreglos (de los que el Ayuntamiento pagará 2,5) para adecentar la imagen de una institución de Primera, vivimos unos primeros 45 minutos olvidables (sí, sin prefijo in). Cuando uno administra ventajas acaba perdiendo todas las fichas por el tablero y le acaban dando jaque-mate (eso sí, en la última jugada).
El Leganés de Garitano salió con modificaciones tácticas para equilibrar el talentoso centro del campo de la Unión Deportiva, que dicho sea de paso su comparecencia en el primer acto fue muy testimonial. Pero los minutos del CD Leganés tienen un elemento común, y la frase es robada al comentarista de ‘Bein’: “le falta colmillo afilado”. Con permiso del compañero, me atrevería a decir que le falta colmillo, aunque sea de leche. Al menos en el análisis de la primera parte.
Un zapatazo al larguero… Y nada más
Casi como punto final a la protesta de la afición llegó el zapatazo de Rico al larguero de Javi Varas. Y, otro día más, parece que el Lega cuando no la hace, se olvida de como hacerlo. Es como si les cayese encima un jarro de mal rollo o mala leche que les saca durante un rato largo del partido. Se convierte en un equipo de arreones en el que mezcla la calidad de algunos futbolistas con la solvencia de un tipo que es el dueño y señor de la cobertura: Siovas.
Solo ese disparo de Rico al larguero alteró las pulsaciones del “pepinerismo” en la primera parte. Bagaje pobre, muy pobre, para un equipo que podría certificar su permanencia muy pronto. ¿La Palmas? dirá usted: de amarillo y azul, con buenos futbolistas, pero poco o nada más que contar.
Arranque con goles de chiste
Tenía trampa el partido, no se crea. La trampa es que aunque no estuviesen mucho, porque lo tienen todo hecho, los jugadores de Las Palmas cuando se ponen a traquetear con el balón dan miedo, mucho. Y cuando te estás empezando a jugar una permanencia, dan pavor vestido de amarillo. Pero mira por donde que el pavor fue de un compañero propio: Javi Varas.
Pues con poco más de nueve minutos, el portero insular le pega mal, rematadamente mal, sin valorar que hay dos tipos blanquiazules en el área pequeña. En un error de bulto (rozando el chiste) se la dejó franca a Guerrero que vio solito a Luciano y el brasileño solo tiene que empujar el gol. Poner el 1-0, mirar al descenso (en ese momento) con seis puntos de diferencia mandar a Osasuna matemáticamente a Segunda. ¿Iba a ser el único error? Pues miren, no. Habría dos más, y gordos.
Y en cinco minutos, se acabó
El primero le costó el segundo gol a la UD Las Palmas tres minutos después. Otra cesión nefasta, en este caso de Helder Lopes, que agarra Guerrero y 180 segundos después pone el 2-0. La bombona de oxígeno era lo suficientemente grande como para empezar a pensar que el trabajo estaba más que hecho. Pero en este caso en el 59′ Vicandi Garrido demuestra que los árbitros son humanos y cierra el rosario de errores cobrando un penalti contra los canarios que no era. También Luciano hizo trampas, como Bakambu. El tío con el peinado más feo del mundo engañó al arbitro, cogió el balón, lo puso y acabó con cualquier nervio (3-0) con 30 minutos por delante.
Garitano, con cabeza, debió pensar: ¡Señores, a guardar fichas! Es que la partida del domingo ante el Eibar es, otra vez, la más decisiva de la historia reciente. La doble G (Guerrero y Gabriel) a descansar. Bueno y El Zhar, al campo. Quique Setién respondió minutos después haciendo lo contrario, más calidad para dentro: Halilovic y Roque Mesa al campo en el 75′. No tenía mucho que rascar la Unión Deportiva y el Lega lo que podía hacer era echarle toda el agua del mundo al fuego del reloj.
Devolución de fortuna
Vayan cogiendo sitio que, salvo que pase algo tan raro como no descartable que esto es fútbol, el Lega camina hacia la permanencia. Pero va a ser complicado que se encuentre en el mismo partido dos errores defensivos y uno de un árbitro que le permita ponerse 3-0. La fortuna le ha devuelto en un partido todos los errores, desaciertos y desatinos de los últimos encuentros. Incluso dejó la escena de ver como acababa con 10 porque Samu García se marchó, por voluntad propia, antes de tiempo.