Por Eduardo Fernández
Los viajes bonitos están para disfrutarlos y contarlos. Y anoche, el firmante, tuvo el privilegio de gozar de una traslación espacio-temporal alucinante. Desde el césped, abajo, pegado a muchos compañeros de mi profesión y a la gente de mi ciudad, viví esa noche mágica en la que en una incruenta contienda futbolística civil se enfrentaban mi Lega y mi Atleti: papá y mamá.
El olor a césped, la impresionante resonancia de Butarque, las caras de felicidad de mis vecinos, la indecisión de muchos de ellos que, con el corazón dividido, no tenían claro a que ‘portería convenía chutar’, la madre que me parió; sí, mi madre, la que no quiso ver el partido ni por la tele porque “me pongo muy nerviosa con los dos, pero en cuanto termine me llamas para decirme cómo han quedado”.
Lo viví y lo reviví. Recordé que con cinco o seis años, en primero de EGB, Pepe, el padre de mi amigo Jose (sin tilde), nos agarró de la mano para debutar como aficionados del Lega en un partido que le ganamos al Boetticher 4-0 en el antiguo ‘Luis Rodríguez de Miguel’ en ¡Primera Regional Preferente! Tras 18 millones de años, después de 37 millones de partidos, mi cara de niño volvió por unos minutos al son de “… el Leganés, el Leganés, ha jugado con mucha fe”.
¿Te imaginabas algo así?
Bajó mi amigo Javi Alandi a darme un abrazo y decirme, medio tembloroso y también con cara de niño, “Tú te imaginabas algo así”. No Javi, no, pero es verdad: 11.000 personas orgullosas de su Lega dejándose toda su energía ante el subcampeón de Europa. No quisiera que sonara a ‘tirada de rollo’, pero he vivido acontecimientos deportivos del máximo nivel como periodista y aficionado. Nada que ver con lo de anoche, porque lo de anoche apela al corazón, a las tripas, a la infancia; lo de anoche es pura vida, pura magia, el viaje de ‘El Principito’.
Y desde allí abajo, donde se oyen los gritos de los jugadores, donde ves que en el saque de un corner se podrían pitar 1.000 penaltis y otras 1.000 faltas en ataque, desde donde uno mira para arriba y ve el cielo de blanquiazul, desde ese privilegiado lugar, constato ante notario que Butarque es de Primera. Y que jugamos con 12, 13 o 14. Y que aprieta al rival se llame como se llame, ¡joder si aprieta! Por cierto, ni un mal rollo con la gente de Atleti; en eso también me siento orgulloso de los que como yo, queremos tanto a papá y a mamá, los que ayer volvimos a ser niños.
Aquí puedes leer la crónica del partido.