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La pregunta constante de los últimos meses (impensable a inicios de temporada), tendrá su respuesta final este domingo: ¿Volverá el CD Leganés a la primera división española?
Hay que jugarse todo para sentirlo todo. Nada de emociones a medias ni zonas de confort. O la más dolorosa desgracia, o la más intensa trascendencia. Y que nadie se engañe: es posible que la ciudad se desgarre en franca decepción. De nuevo: hay que jugarse todo para sentirlo todo.
Tal vez, sin miedo al éxito, Butarque hizo una campaña secreta para acoger esta definición de infarto. Sí, el césped quiso, a toda costa, atestiguar la historia; ser parte integra de ella. Butarque (que no fue participe del ascenso en 2016) busca fundirse en la mítica trinidad equipo-estadio-gloria. Ya le toca.
Circunstancias dadas para lograr el sueño
Hay que olvidarse del apresurado domingo en A Malata. Ya fue, ya está. Era la prueba gratis al cielo, ahora hay que pagar la suscripción con sufrimiento. Lo que no hay que olvidar, es que el CD Leganés (segundo, con 71 puntos) no depende de nadie, juega de local, y sólo necesita empatar para lograr el ascenso.
El rival es peligroso, pero tiene pocas ambiciones materiales: El Elche (noveno, con 59 puntos) no se juega ni ascenso ni descenso. Por otro lado, su vestuario está en sensible situación: el miércoles, su entrenador (el argentino, Sebastián Beccacece) anunció la dimisión para después del partido.
Encima, vienen con bastantes jugadores lesionados, mientras el Lega tiene toda la plantilla disponible (a excepción del sancionado Chicco).
En otras palabras, el escenario es idóneo; los tiempos pepineros son perfectos. Habría que tener el pecho muy frío como para desaprovechar la oportunidad. Y no, no se trata de meter presión. La presión ya existe, los jugadores blanquiazules la sienten. Si son grandes (o si desean serlo), decidirán gestionarla, resignificarla, y convertirla en aliada. Presión y grandeza van de la mano. Producto de ambas, emerge la pasión.
Ambiente previo
Las entradas al estadio, agotadas. Por otro lado, los bares tienen permiso nuevamente para colocar pantallas en las terrazas (aunque es posible que las reservas ya estén, también, por agotarse). Esto es cosa seria, no la opaca nadie, ni Taylor, ni Wembley, ni nada. Lo más seguro es que este domingo se experimenten las demostraciones de apoyo más potentes de la historia deportiva en Leganés.
Esto lo sabe hasta el leganense que no disfruta del deporte: se escuchará un latido colectivo extra futbolístico, más bien antropológico, cultural. Llámele usted como quiera, pero es imposible negar su existencia. Se trata de la pasión hecha carne, materializada en reclamos, abrazos, y arengas unificadoras.
Borja Jiménez, quien tanta templanza y cautela tuvo este año, ha cambiado el discurso. Ya no se acomoda en medias tintas. “Son mis jugadores, y en momentos así, el líder del barco soy yo”, decía, después del partido con Racing Ferrol. Hoy, en rueda de prensa, reconocía finalmente: “Estamos ante la oportunidad de nuestras vidas”.
El último partido de esta temporada se va a jugar este domingo 2 de junio (18:30), en el Estadio Municipal Butarque.
