Por un camino iba un señor con su hijo pequeño acompañados de un burro que utilizaba todos los días para cargar leña. En ese momento el burro ya no tenía que cargar ningún peso, y como el hombre estaba muy cansado, se subió al burro. Al cabo de un rato, pasaron cerca de un grupo de personas, que se quedaron mirando al hombre y al niño y dijeron una vez que pasaron:
– ¡Qué hombre tan egoísta! Él tan cómodo en el burro y el pobre niño andando… ¡Menudo caradura!
Así que el hombre, abochornado, se bajó del burro y le dijo a su hijo que subiera él. Anduvieron así un buen rato hasta que se encontraron con otro grupo de personas que les miraron y murmuraron:
– ¡Qué niño tan malcriado! Su pobre padre, ya mayor, andando y él tan cómodo en el burro…
Así que el hombre le dijo al niño que bajara del burro y comenzaron a andar, los dos, detrás del animal. Se encontraron con otro grupo de personas que dijeron:
– ¡Vaya par de idiotas! Los dos andando detrás del burro, que va la mar de descansado. ¿Es que a ninguno se le ocurre subir para ir más cómodo?
Y el hombre decidió que debían montar los dos en el burro: su hijo delante y él detrás. Y así anduvieron un rato hasta que otro grupo de personas dijeron:
– ¡Qué barbaridad! ¡Pobre animal! ¿No ven lo cansado que está para cargar con los dos?
El hombre pasó de largo, se encogió de hombros y dijo a su hijo: “Ya ves, hijo… ¿ves como nunca hay que hacer caso de lo que digan los demás?”.
Moraleja
En este cuento se resumen perfectamente los días previos y el repertorio de comentarios vertidos en torno a las inminentes Fiestas de Butarque. Cada cual puede ponerse en la escena que prefiera y criticar lo que le plazca.
Es difícilmente cuestionable que el programa, sobre el papel, convence no demsiado a todos aquellos que no forman parte de los calculados 500 peñistas, la gran mayoría de los cuales pertenecen a la llamada almendra central de Leganés, o al mismo centro.
Hay 190.500 personas de Leganés que viven y están alejadas de ese mundo, además ni siquieran se plantean si hay peñas o no las hay porque les da exactamente igual. Les preocupa si las Fiestas de la ciudad en la que viven (que para muchos no es ni su pueblo) les merecen la pena o se van de vacaciones en esas fechas.
Cada cuál está en su derecho de hacer lo que considere y le plazca pero la crítica vendrá después del día 18 y con el análisis de lo que ha ocurrido. Mientras tanto cada uno puede ser cualquier figura del cuento: el padre, el niño, el burro y hasta los ‘animalistas’ que se quejan del sufrimiento animal.