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Editorial 14: Festines, fiestas y festivales

Imagen de la celebración del Pleno del Ayuntamiento de Leganés de hoy, celebrándose a puerta cerrada.
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La curiosa leyenda de la ‘acacia de los meones’  parece afectar seriamente a la convivencia de esta ciudad en torno al equipo de gobierno. Da igual cómo se llame o quién esté: Pérez Ráez, Gómez Montoya, Gómez Ruiz o Llorente Gutiérrez. No sabemos si es la leyenda citada o tener todos al menos un apellido que acabe en “ez” (sufijo que, según algunos historiadores, significa ‘hijo de’). Alguno se lo toma al pie de la letra en esta ciudad.

La calma de los mandatos dura más o menos un año. A partir de ahí todo vale para sacudir al alcalde hasta ‘en el cielo de la boca’. Ese es el momento en el que la ‘acacia de los meones’ debe hacer efecto y sus comidas institucionales pasan a ser un festín (que alguna lo será, pero hay que demostrarlo); sus reuniones de trabajo una fiesta (ya les gustaría a ellos) y los Plenos del Ayuntamiento unos auténticos festivales, más propios de espectáculos incalificables que del salón de todos los leganenses.

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La leyenda de ‘la acacia de los meones’ sigue pasando factura por los hechos próximos a la Casa Consistorial

En ese salón de la Casa Consistorial es donde están representadas las voluntades depositadas por los leganenses en las urnas. Existen los mecanismos para que cualquier entidad o asociación pueda exponer libremente su opinión sin ser coartada dicha opinión. Los ejemplos abundan en los mandatos Gómez Montoya y Gómez Ruiz.

Reivindicar al precio que sea

Sin embargo, estos primeros meses de gobierno Llorente (PSOE-IUCM) el salón de Plenos se ha convertido en una ingrata exposición de cualquier tipo de reivindicación. ¿Debe ser así? Esa es la pregunta, con una respuesta tan rotunda que podría parecer hasta que el alcalde tiene razón cuando suspende los Plenos: NO.

El Salón de Plenos es la expresion local máxima de representatividad y democracia

Ni tiene razón al suspenderlos, ni puede ser el ‘voceódromo’ particular de cualquier entidad que, con más o menos derecho, tenga que quejarse de algo o protestar por algo. El Salón de Plenos es la máxima expresión local democracia y la representatividad. Es el sitio donde se discuten ideas (para eso están los partidos políticos), se confrontan opiniones (para eso existe el tejido social), se fiscaliza el trabajo del gobierno (para eso está la oposición) y se manifiesta la queja en forma de moción.

El alcalde comete un error permanente a la hora de suspender los Plenos o hacerlos a puerta cerrada. No aplicar el Reglamento Orgánico Municipal y pedir a los ‘alborotadores de turno’ que desistan y si no lo hacen, a continuación, a la Policía Local que los desaloje. De no hacerlo seguirá el festín, la fiesta y el festival. La democracia parte del respeto.

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