Blaise Pascal fue un matemático francés nacido en 1623. Pese a que desde pequeño destacó con las Matemáticas, y dio nombre al conocidísimo ‘Teorema de Pascal’ y un artilugio muchísimo más conocido: la calculadora. Conocido por el poco afecto que sentía por Descartes (era mutuo) hay un momento en el que abandona la Ciencia para adentrarse en la Filosofía.
En mitad de aquel camino firmó una frase que los aficionados del Atlético de Madrid conocen muy bien: “El corazón tiene razones que la razón ignora”. Aquel anuncio de 2005 versaba sobre la historia de un ecuatoriano que llegaba a Madrid y se hacía del Atleti. No parece que tuviese mucho sentido hacerse de un equipo que ganaba más bien poco cuando en la ciudad había otro que ganaba más.
Ahí se vinculó la versionada frase de Pascal al Atlético de Madrid. Y esa frase, con esta larga explicación, es una de las maneras que hemos encontrado en LEGANEWS de arrimarnos a la polémica generada en nuestra ciudad en torno a una campaña razonable vinculada al mundo perruno.
En cualquier ciudad de España, una campaña para recordar las multas por no recoger los excrementos de los perros o recordar cómo hay que llevarlos según reza una ordenanza de 2018 (correa y bozal, depende en este caso del tipo de animal) provocaría aplausos en la población; incluida la que forma parte de los dueños de los animales.
En Leganés, no:
Esta ciudad es así de peculiar. Es tan peculiar que incluso lo que negaron al gobierno los ‘dineritos’ para hacer zonas de esparcimiento canino, le dicen ahora al gobierno que hay que hacer zonas de esparcimiento canino. La política lejos de Leganés no es tan ridícula. Aquí, sí. Aquí PSOE, VOX, Más Madrid y Podemos votan no a una cosa y meses después la piden.
Y ahora, como los animales tienen que ir con correa con sus dueños, sus dueños recuerdan el derecho de sus animales a tener zonas para correr. El gobierno de Leganés habilita, casi de un día para otro, 350 mil metros cuadrados -el equivalente a 58 campos de fútbol- para que los animales puedan correr. Los dueños aseguran que ni los espacios ni los horarios son los mejores posibles. Y eso es algo que no se puede discutir porque los que no tienen perro ni lo saben ni parece importarles demasiado.
Y aquí es donde entra el bueno de Pascal. Los que no tienen perro no son capaces de entender que el corazón de los que tienen perro les lleve a hacer una defensa tan exacerbada de un animal al que consideran parte de su familia (algunos les llaman hasta hijos, pero eso es para trabajo de Luis Rojas Marcos). Y es que esta polémica ha llegado hasta ese punto en el que el corazón tiene razones que la razón ignora.