Un reportaje de Isabel Morán, Carolina Palazón, Javier Sánchez y Jesús Troyano
La CiudadEscuela Muchachos (CEMU) fue fundada en Leganés en el año 1970, por Alberto Muñiz Sánchez, conocido popularmente como ‘Tío Alberto’; un arquitecto leonés que creyó firmemente en “una ciudad a escala de los niños que, con su sistema auto-educativo y democrático, hiciera educar o reconstruir a los niños, mediante la ‘Amoristad’, ese espacio vital entre el amor y la amistad”.
Tío Alberto apostó desde la creación de la CEMU en que un niño debe construir su propia identidad “aprendiendo de los errores propios y de las enseñanzas ajenas, especialmente las de los adultos a pie de obra, padres y educadores”, aunque quizás dio la clave del éxito educativo de la Ciudad Escuela con el “Juego Ciudadano Democrático”.
Bondad y paciencia
Con este, se sustenta la capacidad del niño para decidir, corregir errores o elegir a los compañeros de la Corporación Municipal que le representarán en la Asamblea semanal, donde todos, tanto niños, como adultos, tienen voz y voto, los cuales confiaron el pasado año en representantes como Xiomara y Gloria: dos niñas que, a pesar de su edad, subrayan la paciencia y la bondad con la que los niños viven en la CEMU.
Xiomara, (15 años) es un caso especial, ya que, a pesar de no ser residente, ocupa el cargo de alcaldesa, ayudando a los educadores a mediar entre los conflictos entre los niños o con los educadores, además de dirigir las asambleas semanales. “Llevo 14 años aquí y quería devolver todo lo que me han dado. Quería agradecérselo así, por haberme enseñado tanto”, señala la propia niña como razón de ser alcaldesa.
Autorresponsabilidad
Por su parte, Gloria (14 años), quien destaca la autorresponsabilidad con la que se vive en la CEMU, es Vicealcaldesa y Concejala de Ciudadanía, encargada de “leer la Constitución del Niño en las Asambleas, dar la bienvenida a todos los niños nuevos, todas las semanas, felicitar los cumpleaños, dar los regalos…”.
En esta época navideña, la CEMU se prepara para vivir algo especial. Las residencias, los árboles, las calles y las farolas se decoran voluntariamente en familia: no falta el espíritu navideño, desde que se inician los actos, el domingo 18 con la misa navideña y la actuación de coros, hasta que se cierre con la llegada de SS.MM. los Reyes, con sus respectivos regalos para cada niño, pasando por una bonita velada el día 24, y una especial Nochevieja el día 31, en la que se juntan ‘cemuneros’ de todos los ámbitos.
El inolvidable ejemplo de ‘El Pera’
Como él mismo reconoce, Juan Carlos Delgado “El Pera” es uno de los personajes más representativos de la CiudadEscuela Muchachos. Entró a los once años, tras acumular un largo historial delictivo que comenzó con pequeños robos en su barrio y acabó con atracos a bancos.
Lo hizo pensando que se escaparía a las pocas horas. Sin embargo, Tío Alberto tuvo la suficiente habilidad para convencerle de que estaba en el lugar correcto. La CEMU era una ciudad gobernada democráticamente por niños como él, en la que se combinaban el cariño y el amor, con las responsabilidades y obligaciones de la sociedad en la que se vive.
Allí dejó de ser el “gallito” y recondujo su vida, siempre sin apartarse de su pasión: los coches, que le ha llevado a ganar el Cto. de España y a ser probador de marcas automovilísticas, e incluso a dar cursos de conducción evasiva en la Guardia Civil.
Ahora da ejemplo y trabaja en la reinserción de los niños que acuden a la CEMU. Una reinserción que califica como muy necesaria. Porque “lo importante es sacar de la calle a una persona con un problema cada vez mayor para la sociedad. Que sea un ciudadano normal y corriente”.
Jimmy, referente que sigue trabajando por y en los Muchachos
Jimmy Brody es uno de los niños que han visto crecer la CEMU, ya que no la ha abandonado desde su llegada a los 12 años, después de soportar una mala niñez en uno de los barrios marginales de Palma de Mallorca, donde vivía entre robos, drogas y prostitución, y donde incluso llegó a dormir en comisaría.
Aquel día de 1981, comenzó a sentirse como “un pájaro en libertad”: la salvación de un niño que pretendía ser ‘normal’ le llegó gracias a la paciencia de Tío Alberto y al ambiente que la CEMU le transmitió: “Me cambió el darme cuenta de que había gente que estaba pendiente y que creía en mí”, afirma. En la actualidad, es jefe de cocina de la CEMU.