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La Comunidad impulsa un protocolo para detectar y actuar ante la captación yihadista de menores

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  • La Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor ha desarrollado un modelo que permite detectar la radicalización de jóvenes infractores para poder trabajar en la prevención

  • El elemento común de estos menores es relacionarse con un entorno que ya comparte una ideología radical

La Comunidad de Madrid, a través de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI), ha puesto en marcha un protocolo para detectar y actuar ante procesos de radicalización en menores que cumplen medidas judiciales y frenar, así, un posible reclutamiento yihadista.

Así lo ha desvelado la consejera de Justicia, Yolanda Ibarrola, en la inauguración de una jornada sobre ‘Radicalización de menores: objetivo de la Yihad’, organizada a propuesta de ARRMI y que forma parte del Plan de Formación para empleados públicos de la Comunidad de Madrid que impulsa la Dirección General de Función Pública.

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La consejera ha subrayado que el éxito de estas estrategias exige la colaboración con las autoridades judiciales y la sociedad civil, así como unas políticas orientadas a la infancia y la juventud, especialmente a los niños y jóvenes que más lo necesitan.

Desde hace un año ARRMI aplica un protocolo a jóvenes que, por sus circunstancias personales, familiares y sociales, tienen un perfil vulnerable que facilita su captación por el radicalismo yihadista. El objetivo es identificar el problema, con sus indicadores y causas, de forma temprana para cortar la escalada en el proceso de radicalización.

Campaña de contraargumentos

Esto permite a la Agencia desarrollar campañas de contraargumentos para hacer frente a los factores que propician el extremismo violento y elaborar mensajes positivos que promuevan una visión más integral del mundo, proponiendo, por ejemplo, formas no violentas de afrontar las situaciones.

De momento, ARRMI ha podido trabajar con 12 casos concretos. El perfil mayoritario es el de un varón (83 % de los casos), con una edad media algo superior a los 16 años. Entre las motivaciones para incorporarse a grupos radicales destacan el fallecimiento de algún familiar en una zona de conflicto, una experiencia familiar traumática o la búsqueda de sensaciones, de apego, apoyo o de protección.

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