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Editorial 116: Todos somos gigantes con pies de barro

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11/07/2024.- Tú, oh rey, veías, y he aquí una grande imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de fino oro; sus pechos y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de metal. Sus piernas de hierro; sus pies, en parte de hierro, y en parte de barro cocido. Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, la cual hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.

Entonces fue también desmenuzado el hierro, el barro cocido, el metal, la plata y el oro, y se tornaron como tamo de las eras del verano: y levantolos el viento, y nunca más se les halló lugar. Mas la piedra que hirió a la imagen, fue hecha un gran monte, que hinchió toda la tierra”. En estos versículos, del capítulo segundo del Libro de Daniel del Antiguo Testamento se encuentra el origen de la expresión ‘Gigantes con pies de barro‘. El titular de nuestra primera página y de este editorial puede, y debe, ser apreciado en las dos posibles connotaciones de la expresión: la más positiva y la peor de las posibles.

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La primera de ellas es un homenaje a todos aquellos que, en los momentos tan duros que se están viviendo en algunas zonas de Valencia y Albacete como consecuencia de un episodio de gota fría, se han calzado las botas y se han ido al barro a dar la cara por todos los demás. Más allá de epítetos facilones de héroes son los que siempre vienen a normalizar nuestra vida. Quizás que lo más correcto sería a serenar o poner en calma, pero su desempeño es tan ingrato como impagable.

Somos mortales

Y luego está la misma calificación para todos los demás. Y en todos los demás caben todos aquellos a los que un episodio tan cruel y dramático como este nos recuerda con crudeza nuestra condición de mortales, de seres pasajeros en un tiempo efímero a los que un día nos regalan una vida y en un suspiro nos la quitan. Somos, sin excepciones, esos gigantes con pies de barro a los que un día nos cortan los pies y se nos desmenuza todo.

Solo la bondad, el amor por el prójimo y nuestra capacidad de entregarnos desinteresadamente a los demás antes sus adversidades nos devuelven la condición de seres humanos. Puede sonar muy a homilía o sermón, pero cada vez que la sociedad se da de bruces con una situación así solo sale adelante desde la bondad, desde el amor y la entrega.

El resto son zarandajas ideológicas disfrazadas de frases rimbombantes como esa de que “solo el pueblo salva al pueblo”. Al pueblo lo salva la gente buena, la gente solidaria, la gente entregada.

En el pueblo hay mucho hijo de puta que se convierte en cordero para que todos nos olvidemos de que son lobos, para que dentro de unos años volvamos a doblar su papeleta, que nos contará otro cuento y nos lo creeremos. O que, directamente nos dirá que todo es culpa de todos… Menos de él. El problema es que, con Sam o sin Sam, el tiempo pasará y seguiremos siendo gigantes con pies de barro.

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