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Jonathan Silva hizo el gol del empate cuando el partido se encontraba ya en sus estertores
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El Lega suma 40 puntos cuando restan 24 todavía por disputarse y salvo impensable combinación estará un año más en Primera
El Lega tendrá que esperar ocho días para ver hacia donde camina su devenir competitivo en la Liga. Y es que si, como dice el entrenador, primero llegan los triunfos y luego los objetivos, lo de Mendizorroza es una oda a la duda. Pero los pepineros demostraron que los partidos duran lo que duran y que este equipo no se rinde nunca. Después de la victoria ante el Valladolid llegó el empate ante el Alavés en el minuto 93. Todo, eso sí, en un partido de esos complicados de ver, de explicar y de justificar aquello de que lo importante es la victoria, pero que le quiten lo bailado.
Pellegrino ya había avisado en la previa que había que recuperar. Y viendo el once, alguna duda había sobre cuánto de ‘unidad b’ y cuánto de ‘unidad a‘ había vestido de pepinero sobre el césped de Mendizorroza. El compromiso nacía con un Leganés acercándose a la repisa de la Liga en la que venden “las pastillas para soñar”.
No fue una primera parte de esas que pasana la historia por algo destacado. Era un cara a cara entre dos equipos que están haciendo una temporada destacada. Los locales estuvieron durante el primer cuarto del primer acto a merced de las inquietudes pepineras.
Perdón y castigo
Inquietudes que pudieron ser mucho más y mejor de no ser porque el minuto 13 sacó lo peor del número en una clarísima ocasión de Sabin Merino. De esas que cuando uno ve el partido por enésima vez se plantea y replantea mil veces cómo es posible que no fuese menos inocente en el disparo. La triste realidad es que los de Pellegrino perdieron la ocasión de ponerse por delante.
Algo que arregló rápidamente el Alavés. Mateu Lahoz decretó penalti en un agarrón de Bustinza. Habían pasado dos minutos solo desde la jugada anterior. Y claro, aquello de que si perdonas luego lo pagas, pues el Lega lo empezó a pagar. Calleri ajustaba el penalti ante la desesperación de Bustinza. Solo habían pasado 15 minutos de partido. Había un mundo por delante.
Pero el mundo, al menos los 30 minutos que restaron de primera parte, se fueron consumiendo entre intenciones de menos y deseos de poco. El Lega intentó argumentar futbolísticamente algo que le acerara en el resultado. El Alavés intentó razonar futbolísticamente algo que le permitiera mantener la diferencia. Ganó el segundo. Curiosidad: Braithwaite no había aparecido.
Continuación y continuidad
Y llegó el segundo tiempo y la cuenta atrás de minutos. Primero despacio, después mucho más deprisa. La cabeza de Gumbau estuvo cerca de despertar algo más que la esperanza en los pepineros, pero se quedó en el ¡Uy! de turno. Se empezaba a hacer bola el partido para aquellos que lo ven sin más intención que ver fúbol.
Pellegrino se veía en la necesidad (casi obligación) de empezar a pensar en alternativas que le ofreciesen soluciones a un partido en el que no encontraba caminos por ningún sitio. Y no será por no tener el balón, que el Alavés se lo había regalado envuelto en papel de celofán envenenado.
Los cambios para cambiar
Pellegrino miró al banquillo e intentó buscar las mejores soluciones para los últimos 15 minutos. No eran muchos, pero parecía que debía ser lo suficiente para intentarlo, al menos a su juicio. Madera arriba, talento en medio y poco tiempo. La verdad es que con Arnaiz en medio, una línea de cuatro y Santos con un desaparecido Braithwaite había que intentarlo. Era eso o nada. Y lo de repetirse lo de darle la vuelta al partido al final no parecía posible.
Y es que cuando la cosa no pinta, y no pinta desde el principio, es más que difícil levantar un partido. Y eso que hubo una jugada rara, de esas que pasan por encima y que luego se vuelven a ver y enfadan, en el área del Alavés que parecía que era más penalti que el penalti que había pitado.
Otra vez llegó ese milagro al que la afición pepinera se ha venido acostumbrado. Jonathan Silva se inventaba un centro, que parecía un chut, o un chut que parecía un centro. El caso es que, otra vez, casi sobre la bocina llegó el empate. Un punto para firmar virtualmente la salvación. Lo siguiente la vuelta de Zidane a Butarque. ¿Les suena?