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Emilio de Justo se llevó de La Cubierta de Leganés dos orejas de ‘Espantoso’ y dos vértebras fracturadas

toros la cubierta Emilio de Justo cogida 01 09 05 21
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    • El cacereño debió acudir al hospital tras la lidia de su primer astado al que desorejó

    • Enrique Ponce tuvo que torear su lote y el toro que quedó pendiente de De Justo con el que cuajó la mejor faena de las tres

    • Juan Ortega cortó una oreja en su segundo tras enfrentarse a un lote dispar

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PLAZA DE TOROS DE LA CUBIERTA DE LEGANÉS (Tercer festejo) 3/4 de entrada.
TOROS DE NÚÑEZ DEL CUVILLO. Desigual de presentación, para la lidia y de fuerza. El cuarto fue enviado a corrales, sustituido por uno de los sobreros.
ENRIQUE PONCE, azul marino y oro. ESTOCADA (silencio). MEDIA ESTOCADA (división). Debió lidiar el segundo toro de Emilio de Justo. ESTOCADA trasera y caída. Petición leve de oreja.
EMILIO DE JUSTO, verde botella y oro.  ESTOCADA, UN AVISO y DESCABELLO. (Dos orejas). Resultó cogido durante la lidia del primer toro y trasladado al Hospital. El primer pronóstico hablaba de la posibilidad de fractura en dos vértebras.
JUAN ORTEGA, verde y azabache.  PINCHAZO HONDO y MEDIA (Palmas). ESTOCADA (Oreja).

FOTOS: JESÚS TROYANO

Leganés echó el cierre a su primera Feria Taurina después de muchos años con un balance completamente positivo. El aficionado a los toros de Madrid enseñó en los tendidos del coso de nuestra ciudad que más allá de que la categoría de la plaza sea de tercera, el aficionado madrileño es de primera. Y eso permitió que cosas que en otras plazas de tercera pueden valer para desorejar a los toros, en La Cubierta no ha estado al alcance de muchos. De ello podrá dar un curso acelerado  Enrique Ponce tras lo que le ocurrió en su tercero (en el que debió sustituir al lesionado Emilio de Justo). Pero todo por orden.

Y es que el nombre propio de la tarde fue precisamente el del cacereño. Emilio de Justo acumuló todo lo que un torero puede acumular durante un festejo: el éxito, las orejas, el susto, el revolcón y… la lesión. Lo último es lo menos agradable. Tener frente a él a un animal de nombre ‘Espantoso’ parecía una desgraciada premonición, pero lo bueno y lo malo decidieron mezclarse en el mismo momento.

Triunfar con ‘Espantoso’

Desde la primera verónica hasta el descabello no hubo un instante en el que el Emilio de Justo permitiera a los aficionados perder de vista la arena. Primero con la serie de verónicas con las que recibió que terminaron con el primer susto. Después midiendo a la perfección el puyazo justo y necesario para que no se diluyese el animal. Tercero, construyendo la primera parte de su faena con la mano derecha hasta que dejó al animal en el mismo centro del ruedo.

Había que cambiar la mano y el dicho aquel de que si un toro tiene un buen pitón no hay que cambiar. Cambió. Cambió de mano y comenzó un toreo al natural que enseñó más peligro de ‘Espantoso’. El animal desarrolló el instinto y le pegó el primer revolcón. Dio una vuelta hacia atrás con una pinta feísima. Se levantó aturdido pero decidió aguantar lo inaguantable en la última serie. Salió desarmado una vez más, pero decidió entrar a matar.

La lesión

Con un porrazo, sin recuperarse por completo, dibujó una estocada inapelable pero… Se llevó otro revolcón, de la misma forma y manera. Otra vez hacia atrás. Y, según el primer parte médico, con la posible fractura de dos vértebras. Tras un aviso, llegó el descabello y el éxito. El público se entregó a todo lo ocurrido. La primera oreja tardó en llegar más que la segunda. Recogidos los trofeos y agasajado por el público puso rumbo al hospital.

Tres toros para Ponce

La tarde tenía, a priori, un nombre propio. El infortunio que creo ‘Espantoso’ permitió al aclamado Enrique Ponce tener que lidiar tres toros. El primero, el cuarto y el quinto (lidiado en sexto lugar). Y por si faltaba algo con sobrero incluido en su segundo. Entre la mala suerte que se vio y lo que el de Chiva quiso enseñar hubo que esperar a su tercero para ver algo de lo que la memoria colectiva tiene guardado de tantos años de tauromaquia del maestro.

La falta de fuerzas y la mansedumbre del primero. El cuarto titular que salió cojo. El cuarto bis que fue un animal muy distraído pero que a un sector del público le quedó la sensación de que Ponce le había hecho peor de lo que realmente era. Y no era precisamente bueno pero… De ahí la división de opiniones.

Y hubo de esperar al sexto, que era el quinto que correspondía al lesionado Emilio de Justo. En algún momento de la faena recordó a ese Ponce que durante tres 31 años ha sido uno de los líderes del escalafón taurino en nuestro país. La manera de sacar al animal hacia los medios, estirado de rodillas. El manejo de la muleta. Se sentía bien. Estaba confiado. Su estocada no fue la mejor posible y, a pesar de todo, estaba convencido de que iba a tocar pelo. Hubo una parte del público que pidió la oreja, pero estaba tan decepcionado que ni siquiera saludó al público y enfiló hacia el patio de cuadrillas.

Juan Ortega, lote dispar

Lo de Juan Ortega fue dispar, como su lote. El sevillano que nació el mismo año que tomó la alternativa Enrique Ponce (1990) tuvo un lote en el que pudieron verse dos versiones. La primera, con el tercero, donde no hubo manera de estar por encima del toro en ningún momento. No se le puede poner reproche alguno a la intentona pero cuando se dio cuenta de que de donde no hay no se puede sacar hizo lo más cabal: pasaportarlo.

Con el quinto en orden de lidia, que en realidad era el sexto, consiguió embarcar al público desde la serie de verónicas con las que extendió el capote. Hubo un momento en el que el animal dio una sensación extraña, cuando no quiso separarse del caballo. Construyó una faena con la muleta bastante destacable en la que alternó los derechazos con una serie de naturales muy estilizados que encandilaron a la gente. Algún trincherazo para poner el broche a la serie que la estética de los mismos elevó el calor. Algo se le quedó por el camino, porque cuando entendió que había llegado el final decidió poner punto y final. La faena le valió una oreja incuestionable.

10 años de festejos

El cierre de esta Feria ha convertido a La Cubierta en una plaza de toros tantos años después. Un trabajo completo que hay que agradecer a la empresa Tauroemoción que, a partir de ahora y durante los próximos diez años, serán los encargados de hacer cumplir el pliego con encierros y festejos en las Fiestas de Butarque y San Nicasio. A ello hay que sumar la intención que tienen de celebrar dos ferias del estilo de la que ha concluido hoy.

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