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Los ojos de 2020 (1) – D. Ginés García (obispo): “Es el momento del bien común, nace una sociedad nueva y ojalá seamos capaces de aprovecharla”

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  • “Ha sido un año desconcertante, un año lleno de sufrimiento, pero al mismo tiempo también un año lleno de posibilidades en el que nos hemos conocido un poco mejor a nosotros mismos”

  • “No podemos permitirnos el lujo de dejar a nadie fuera porque no piensa como yo, porque no siente como yo, o porque no cree como yo”

  • “Una posibilidad importante es la esperanza, ojalá cuando la historia hable de este año hable de una año de esperanza abierto a nuevas posibilidades”

LEGANEWS traslada a su página web el reportaje especial que ocupó parte importantes de nuestra edición de papel, ‘Los ojos de 2020, las miradas que velaron por nosotros en la pandemia‘. Un  cuestionario común a cuatro personas que han tomado importantes medidas durante este año que termina. La comisaria de la comisaría de Leganés, María Jesús Díaz, en el ámbito de la Seguridad Ciudadana. El director-gerente del Hospital Severo Ochoa, Domingo del Cacho, en el ámbito de la salud. El alcalde de Leganés, Santiago Llorente, en el ámbito municipal. Y el Obispo de la Diócesis de Getafe, D. Ginés García Beltrán, en el ámbito espiritual.

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Estas entrevistas serán reproducidas una diaria del trabajo llevado a cabo por la redacción de LEGANEWS con el trabajo audiovisual de la empresa local ‘Black Circle’ cuyo documental verá la luz el próximo fin de semana. Hay una parte importante de cuestionario que es común a todos ellos. Por cuestiones de espacio, las entrevistas íntegras podrán leerse en este soporte, dado que las publicadas en el número 68 de nuestra edición de papel estaban resumidas.

La primera de las entrevistas que reproducimos es con el Obispo de la Diócesis de Getafe, Don Ginés García Beltrán, realizada en mitad del puente de la Constitución y la Inmaculada.

¿Recuerda cuándo fue la primera vez que escuchó usted la palabra Coronavirus?

El día exacto no lo sé, pero creo que fue a finales de febrero, cuando hablábamos de una pandemia que nos parecía una palabra exagerada, de un virus desconocido. Pero en ningún caso podíamos pensar la extensión o la incidencia que este mal ha traído a la sociedad y al hombre.

¿Qué estaba haciendo el día que el Gobierno decretó el Estado de Alarma?

Ese día fui a Aranjuez, a un funeral. A la vuelta vinimos al Cerro de los Ángeles y ya nos confinamos. Ya había un ambiente de ‘pre guerra, prebélico’. El funeral no pudo ser con mucha gente, con unos pocos, pero insisto en ningún momento podíamos pensar lo que se nos venía encima.

“En un principio hubo un desconcierto, pero también una sensación, por ser gráfico, de que el mundo se te abría bajo los pies”

¿Recuerda qué se le pasó por la cabeza cuando empezó ese confinamiento?

Lo viví de un modo muy cruel, no se si es la palabra, muy duro. Esos días recibí aquí mismo a los sacerdotes de Valdemoro, los que todavía no se habían contagiado por el virus, y el sentimiento fue de desproporción ante algo que se nos venía encima y ahí si que empezaba a vislumbrar lo que suponía.

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Todo ello, por una sencilla razón. Aquí en Madrid comenzamos a vivir la Covid 19 poniendo rostro. Y cuando te hablan de que han muerto 1000 personas, pero son personas anónimas, piensas que son muchas. Pero cuando te dicen que ha muerto el director de Cáritas de esta parroquia o la catequista o te enteras de que hay un cura en la UCI y su madre ha muerto a su lado… Cuando pones rostro y cara a las víctimas eso se se hace especialmente duro. Yo reconozco que en un principio hubo un desconcierto, pero también una sensación, por ser gráfico, de que el mundo se te abría bajo los pies.

¿Ha vivido usted algún periodo tan duro y que afectara a tanta gente?

No, no. Creo que no solo yo, las generaciones que vivimos y que ya nos criamos en la postguerra, han podido vivir la dureza de la situación, del contexto socio económico, político, sanitario, pero desde luego no como lo hemos vivido nosotros.

¿Ha llorado mucho en estos 10 meses?

Algo.

¿Se ha sentido impotente en algún momento?

Muchas veces me he sentido impotente y quizá he sentido como nunca he sentido el peso de la responsabilidad. Saber que bajo mi responsabilidad había muchas comunidades, muchos sacerdotes, muchos religiosos y religiosas, pero también el pueblo de Dios.

“El hecho mismo de tener que tomar la decisión de cerrar el culto en los templos fue quizá la decisión más difícil de mi vida”

El hecho mismo de tener que tomar la decisión de cerrar el culto en los templos fue quizá la decisión más difícil de mi vida, porque había personas que me invitaban a esto, pero personas que me criticaban por haber cerrado. Muchas veces he dicho a posteriori que si hoy me preguntaran si hice bien o hice mal, no sabría decirlo, pero creo que en aquel momento hice lo que me parecía mejor, más honesto, por el bien de todos.

¿Ha sido muy duro separar la persona de Gines García Beltrán de la figura del Obispo?

No, no. Creo que mi persona con el ministerio que tengo, han ido unidos. He intentado, seguro que no lo he conseguido,  poner mucha carne en el asador. Por ejemplo, al principio llamaba a gente, enviaba mensajes, hasta que me di cuenta de que en el fondo la escritura es fría, en este momento era mucho más cercano escuchar la voz, y en vez de escribir por WhatsApp, enviaba audios. Es muy difícil desligar tu persona y lo que representas, por lo menos en nuestro caso.

¿Cuando usted ha tomado o toma decisiones en este tiempo de pandemia en qué se basan ?

Las decisiones se basan en primer lugar en el bien de cada persona, en lo mejor para cada persona, pero eso no es diferente al bien común. Por tanto, me baso en lo mejor para cada uno, en lo mejor también para la Iglesia, pero también lo mejor para todos.

Durante este tiempo las decisiones que he tomado en todo momento las he dialogado con el equipo de gobierno, con mi Consejo Episcopal, pero entiendo que las decisiones una vez que consultas, son decisiones mías, en todos los casos y porque he tenido tiempo suficiente, también las he llevado delante del Señor y las he rezado, y le he pedido luz, porque en estos meses he aprendido a ser más obispo que en los 11 años que llevo de obispo.

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¿Dónde ha encontrado usted consuelo durante estos meses ?

Sin duda en Dios, sin duda. Y he recibido muchísimos correos electrónicos, mensajes y muchos de ellos me preguntaban “¿Dónde está Dios, señor obispo?”. Y eso me ha hecho ir más a lo esencial, porque había mucha gente que me necesitaba.

Me aconsejaban todos que no saliera de casa. Al principio teníamos dificultades para llegar a hospitales y velatorios o cementerios,  y en es momento te aferras fuertemente a Dios. Sentía unas palabras en mi corazón del profeta del Antiguo Testamento: “Consolad a mi pueblo”. Un pueblo que necesitaba mucho consuelo, mucha cercanía y por eso yo pedía para mi y para todos, luz y fuerza. Pero te tengo que decir que junto a lo más importante que es Dios, también he sentido mucho consuelo de gente buena, que te mandaba ánimos diciendo: ¡Animo, adelante!

“Un pueblo que necesitaba mucho consuelo, mucha cercanía y por eso yo pedía para mi y para todos, luz y fuerza”

¿Ha sentido miedo o lo ha visto en la gente suya, en las de los enfermos en los que se iban de este mundo?

He visto miedo. Yo no he visto la cara de la gente que se iba, pero sí que me lo han transmitido sacerdotes con experiencias realmente hermosas. Yo no lo he visto, pero si he sentido el miedo en tanta gente que estaba en el hospital, en tanta gente que iba muriendo, también en mis propios curas. Te tengo que confesar que yo también he sentido miedo. No voy a decir que soy el superman, que los demás sienten miedo y yo estoy fuerte, yo también he sentido miedo.

¿Cómo se trasmite confianza a una diócesis tan golpeada por el Covid como la Diócesis de Getafe?

Pues en la cercanía, en el abrazo, en la ternura, en la palabra, en los gestos pequeños, que la gente se sienta realmente querida a través de tu abrazo, aunque sea virtual, pues vean el abrazo de Dios.

No es fácil, pero la gente lo necesitaba. Había mucha gente que decía “señor obispo lo necesitamos”. Cuanta gente veía la misa del Cerro los domingos. Me sorprendió enormemente una iniciativa que fue muy espontánea, que fue la bendición con el Santísimo desde el monumento del Cerro de los Ángeles, en un día frío por fuera y frío por dentro, esa mañana había muerto un cura en Móstoles. Mi sorpresa fue, cuando dan los ‘share’, y el share de 13TV daba que esa bendición la habían visto medio millón de personas. Pues si sirvió para consolar a tantas personas, bendito sea Dios.

¿Cómo se imagina esta diócesis dentro de un año, en la Navidad de 2021?

Me imagino una Diócesis que resucita, como el Papa escribió para un medio español, ‘Un plan para resucitar’. Y yo veo ya esa resurrección en las parroquias. Poco a poco, casi como el amanecer que es tan típico en tiempo de Adviento, veo que la gente va volviendo, va volviendo con ilusión, con una experiencia.

“Dentro de un año me imagino una Diócesis que resucita, ya veo esa resurrección en las parroquias, poco a poco, casi como el amanecer de este tiempo de Adviento”

Pero una experiencia desde nuestros niños, de nuestros jóvenes. Un gesto muy bonito para que pensemos en lo que puede pasar en el futuro. La mayoría de nuestros voluntarios de Cáritas son parroquiales mayores, todas personas de riesgo y por tanto las Cáritas se cerraron pero había que dar de comer a la gente, y comprar medicinas.

De repente la Cáritas diocesana puso en marcha una línea de teléfono que atendieron desde aquí los seminaristas y los sacerdotes jóvenes que viven en la residencia. Eso se convirtió en un medio, no solo de canalizar las ayudas  sino de escuchar. Pero en las Cáritas parroquiales cuando los mayores echaron un paso atrás, de pronto ha surgido un grupo grandísimo de voluntarios jóvenes que querían ayudar a Cáritas parroquial. Por tanto creo que ante la dificultad nos crecemos. Creo que la dificultad puede ser también un camino de dificultades.

Uno de los primeros funerales que ofició, para los fallecidos, fue precisamente en Leganés, la ciudad más castigada de España, ¿Cómo vivió aquello de tener una ciudad al lado tan castigada?

Conmovido. A mí me iban llegando las noticias de Leganés, también varios sacerdotes estaban enfermos, me enteraba de personas que iban muriendo… Y cuando llegó el funeral en Zarzaquemada me conmovía. Sobre todo era impresionante cuando se fueron leyendo los nombres de ciento y pico personas y pensar que detrás de cada nombre había una vida, una historia.

En el funeral de Zarzaquemada fue impresionante la lectura de los nombres de los fallecidos y pensar que tras ellos había una vida, una historia de personas que han hecho el mundo en el que vivimos

Muchas de esas personas han hecho el mundo en el que nosotros vivimos hoy, el mundo bueno, el mundo mejor en el que vivimos hoy lo han hecho esas personas y esas personas habían muerto, y habían muerto solos. Pensar que detrás de cada nombre hay una vida, hay una historia, a mí me conmovía. Creo que el silencio de la celebración expresaba todo lo que estábamos viviendo. He vivido desgraciadamente esa misma escena en las distintas grandes ciudades de nuestra Diócesis y realmente es impresionante.

¿Ve usted el final del túnel ?

Yo soy un hombre de esperanza y creo que el final del túnel existe. Pero como dije aquel día en Leganés es el momento de aprender a trabajar juntos. Como yo soy de Letras lo he dicho muchas veces, me cuesta menos sumar que restar, me cuesta menos multiplicar que dividir, por tanto yo creo que es el momento de sumar para multiplicar.

El problema es cuando damos un espectáculo que no convence a nadie de cada uno querer sacar su bandera y querer aprovechar su protagonismo. Es el momento del bien común, es el momento de de salir adelante y lo tenemos que hacer todos. No podemos permitirnos el lujo de dejar a nadie fuera porque no piensa como yo, porque no siente como yo, o porque no cree como yo. Creo que está naciendo una nueva sociedad, ojalá que queramos aprovecharla.

¿Cómo definiría el 2020?

Ha sido un año desconcertante, un año lleno de sufrimiento, pero al mismo tiempo también un año lleno de posibilidades en el que nos hemos conocido un poco mejor a nosotros mismos. Por tanto una posibilidad importante es la esperanza, ojalá cuando la historia hable de este año hable de una año de esperanza abierto a nuevas posibilidades.

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