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El público volvió a las gradas del Municipal de Butarque a animar al Lega un año, tres y seis días después
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Ibáñez adelantó al Lega a los once minutos y abrió la puerta del sueño de remontar
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El Rayo utilizó como arma romper el ritmo del partido con un manual completo de interrupciones
CRÓNICA: JUANMA ÁLAMO – FOTOS: JESÚS TROYANO
El Leganés tendrá que esperar a la temporada 21-22 para volver a Primera división. El resultado de la ida (3-0) resultó ser una losa demasiado pesada a pesar de los intentos y de los esfuerzos tácticos de equipo y plantel técnico para darle la vuelta a la eliminatoria. Un poco más de acierto en la primera parte hubiese resultado fundamental, pero un gol en propia puerta terminó con todas las esperanzas.
Antes de cumplirse los dos minutos de partido el Leganés había apretado ya tres veces al portero franjirrojo. Esa declaración de intenciones tenía algo de magia porque tres era la cifra necesaria de goles a favor, sin ninguno en contra, para sacar adelante la eliminatoria. La olla a presión era tal que antes del minuto cinco, el Rayo ya tenía un jugador amonestado y Rubén Pardo había dispuesto del primer golpe franco en el borde del área. Todo ello, merced a la presión generosa de Miguel.
El Lega se había puesto el traje de las cosas importantes, entre otras cosas porque sabía que no tenía otro camino ni otra forma de sacar adelante la locura de seguir en la fase de ascenso. El cántaro volvió a la fuente. Un centro desde la derecha que Luca arrebató de los pies a Miguel. En el manual de las remontadas se estaba haciendo las dos primeras cosas de esos mandamientos: ahogar al rival y disponer de ocasiones. El tercer mandamiento, según muchos de los que defienden dichos preceptos, es marcar lo antes posible el primero.
La historia de los Zidane
Y a los ocho pudo hacerlo, otra vez, Miguel. Una jugada en solitario, le daba igual los que le saliesen. Tiró de fuerza. Llegó al borde del área y con el pie derecho colocó todo lo que pudo. Luca, otra vez Luca, se adornó en la parada agarrando el balón como si de un gato volador se tratase. En ese momento, él que esto escribe que desde hace un año no pisaba Butarque y prometió no hacerlo sin público, estaba acordándose que al infierno los mandó el Real Madrid de Zidane. Y del infierno estaba evitando que intenten salir, el hijo de Zinedine, Luca.
Sin embargo, de repente se cumplió el tercer mandamiento de las remontadas. Una jugada montada sobre el lado izquierdo con centro incluido al área. Miguel, en actitud de torero, da una larga cambiada dejándola pasar y, de esa forma, habilitando a Rober Ibáñez, que a los 11 minutos había puesto el 1-0 en un Butarque enloquecido. No era para menos. El Lega iba ganando antes del cuarto de hora. Faltaban dos, pero uno ya estaba hecho. El gesto de la ‘celebración’ corriendo hacia el centro del campo decía, exactamente, qué tenían en la cabeza. Otra vez Garitano tenía razón: no era la actitud, de esa parecía que sobraba. Solo habían pasado 15 minutos. Detalle a no olvidar: los dos centrales rayistas estaban ya amonestados.
Seguir y seguir
No había otra. No podía hacer otra cosa el Leganés nada más que intentar mantener ese nivel de presión, el ritmo alto todo el tiempo necesario. El Rayo, para nada, estaba fuera del partido, ni acarajado, ni a merced de los pepineros; simplemente es que no encontraba el modo de rebajar el turbo que tenían puesto los de Garitano. Y optaron por la peor opción posible: la bronca cada vez que se presentaba ocasión, perder la mayor cantidad posible de tiempo y romper el partido partiendo por la mitad el ritmo. Era lo que les tocaba hacer, pero… ¡Qué horroroso y reprochable es ver eso antes de la media hora de partido!
Daba igual. El Lega tenía el guión dibujado, memorizado y la interpretación estaba siendo de la mejor forma posible. Para hacerlo inmejorable tenía que convertir en gol alguna ocasión más de las que creaba. Pero eso era lo que más trabajo costaba. El cuarto mandamiento de la remontada – alcanzar la mitad de los goles necesarios antes del descanso – parecía cuestión de tiempo para los de Garitano. El Rayo había dado un peligroso paso atrás al llegar a la media hora que podía salirle muy caro. Pasó eso que no tiene que pasar que J. Silva pareció desperdiciar una ocasión en el área que acabó en protesta en vez de en el centro que merecía la jugada.
El oxígeno
El Lega necesitaba llenar las bombonas. Ya fuese con el descanso, ya fuese con un chispazo, ya fuese con un gol. Ocurrió lo segundo. Rober Ibáñez, hasta ese momento único goleador, enfiló la portería de Luca dejando atrás a cualquier cosa que pareciese a un rival y al enfilar el área ajustó al palo izquierdo del portero. Se fue fuera por poco, pero el Rayo observó que pasaba algo e intentó ‘drogar’ los últimos cinco minutos de la primera parte con una lesión, un parón, la entrada al campo, una protesta.. ¡Todo un ejemplo! A lo que contribuyó, en el mal ejemplo el colegiado, dando solo dos minutos de alargue.
Enfriados los ánimos tocaba volver al tajo tras el descanso. Iraola decidió correr los riegos justitos con sus centrales y quitó a un de los amonestados. El primer síntoma evidenciado por el Rayo era el de mantenerse en la pérdida de tiempo. Se hacía necesario un gol del Leganés cuanto antes. Alguno pensará que es una obviedad, pero es que no había otra forma de cambiarle la decoración a los de Vallecas y ver si había algo más que la lícita intención de mantener una ventaja tan amplia.
Cambiar
Era evidente que al Lega no le bastaba, de momento, con lo que hacía para apretar aún más las tuercas a los vallecanos. Sabiendo además que si les hacían un gol era el final. Pero el final fue el de Jonathan Silva que en un carrera se echó mano a la parte posterior del muslo. La lesión era evidente. El cambio se hizo a la velocidad del sonido. La modificación en el campo fue devolver a Javi Hernández al lateral zurdo. La prisa empezaba a martillear las cabezas de todos los que estábamos en Butarque.
Garitano tocó, pero bien, las teclas para cambiar lo que podía. Sacó del campo a dos futbolistas con muy poca participación aparente, Kevin Bua y Juan Muñoz, y dio entrada a los Javis: Avilés y Eraso. Eso significaba redibujar el ataque y ganar en profundidad por el lado derecho. Al poquito de los cambios se evidenció lo que podía pasar, pero el reloj decía que quedaban 30 minutos y… Llegó el puntillazo.
En el minuto 66, el inolvidable 66, el fatídico 66, Sergio G. debió hacer una falta. Se pitó. Le amonestaron. Se botó. Llegó al área. Nadie la despejó. El balón no tenía el más mínimo peligro pero… Dio en la espalda de Sergio García y acabó en la portería de Asier Riesgo. El Rayo había empatado la eliminatoria y había dejado al Leganés con la obligación de hacer cuatro goles más para levantar el partido. Se acabó lo que se daba. Si usted esta leyendo algo detrás de la despedida es que se produjo el milagro. ¡Hasta la próxima temporada!
LaLiga (Segunda División. Play-off de ascenso. Primera eliminatoria. Vuelta)
CD LEGANÉS, 1; RAYO VALLECANO, 2 (1-5)
CD LEGANÉS: 13.Riesgo; 2. S.Palencia, 4. Omerou, 28. Javi Hernández, 5. J. Silva (6. Sergio G., 52′); 18. Rober Ibáñez (9. Sabin Merino, 74′), 21. Rubén Pérez (32. Diego García, 74′), 25. Rubén Pardo, 22. Kevin Bua (14. Javi Avilés, 61′); 11. Juan Muñoz (17. Javi Eraso, 61′) y 29. Miguel.
RAYO VALLECANO: 1. Luca; 28. Mario H., 24. Saveljilch (2. Velázquez, 45′) , 5. Catena, 33. Fran García; 7. Isi, 23. Óscar (4. Mario Suárez, 75′) 6. Santi, 18. Álvaro (3. Iván Martos, 74′); 14. Qasmi (11. Andrés, 57′) y 8. Óscar Trejo(15. Antolín, 83′).
ÁRBITRO: López Toca (Colegio Cántabro). Amonestó a los locales Rubén Pérez (23′), Sergio G. (65′), Javi Hdez. (83′) y a los visitantes Saveljilch (4′), Catena (14′)
GOLES: 1-0 (11′) Rober Ibáñez de tiro raso, tras un centro desde la izquierda. 1-1 (66′) Sergio G., en propia puerta. 1-2 (80′) Andrés.
INCIDENCIAS: Estadio Municipal de Butarque. Tras un año, tres meses y seis días, volvió el público (aforo reducido) a las gradas.