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El obispo diocesano insta a «derribar muros y tender puentes contra los conflictos y la desigualdad»
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García Beltrán quiere que «cada comunidad se convierta en un lugar en el que Dios pueda nacer y transformar la realidad»
En su Mensaje de Navidad, el obispo de Getafe, Mons. Ginés García Beltrán, invita a los fieles a celebrar la Navidad reconociendo la humildad y la grandeza del Niño Jesús, que nace en un pesebre para recordarnos que «el amor de Dios se hace cercano y tangible». «Cristo no viene con poder humano ni estruendo, sino con la fragilidad de un niño que nos muestra el camino de la verdadera humanidad», subraya el obispo.
García Beltrán hace un llamamiento a contemplar el nacimiento del Señor como una fuente de unidad y reconciliación frente a un mundo marcado por guerras, pobreza, injusticia y desigualdad. Recuerda que, así como María y José acogieron la voluntad de Dios con fe y humildad, todos estamos llamados a abrir nuestro corazón a los demás, «tender puentes y reconocer la dignidad de cada ser humano».
«En nuestra sociedad vemos cómo la polarización y la prepotencia dividen corazones y comunidades. El Niño de Belén nos ofrece otra lógica: la del amor que se entrega en humildad, una humildad que sana los corazones desgarrados. Navidad es la proclamación de que la verdadera grandeza no está en dominar, sino en servir; no en imponerse, sino en amar. Es el anuncio de que la paz comienza en cada uno de nosotros, cuando dejamos que Cristo nazca en nosotros».
El obispo también destaca la importancia de la participación de todos en la construcción de comunidades solidarias.
«La diócesis de Getafe está llamada a ser un belén vivo, donde cada comunidad se convierta en un lugar en el que Dios pueda nacer y transformar la realidad», señala. La Navidad, explica, es un tiempo de renovación y conversión, de «mirar más allá de uno mismo y poner el corazón en lo verdaderamente importante: Dios y los hermanos».
Conversión y renovación
El obispo de Getafe añade: «Pasamos momentos difíciles que nos hacen sufrir, hemos de acogerlos como posibilidad de conversión y de renovación. Navidad es el momento de mirar más allá de nosotros mismos y de nuestros problemas, y poner el corazón en lo verdaderamente importante: en Dios y en los hermanos. El Niño que nace nos recuerda que la vida, incluso en su fragilidad, es siempre un don y una oportunidad para amar».
Con un mensaje lleno de esperanza, el obispo concluye exhortando a todos a recibir al Niño Jesús como guía y salvación, y a vivir estas fiestas con alegría, fraternidad y amor. «Peregrinos de esperanza, vayamos a su encuentro –al de Jesús–. Abrámosle las puertas de nuestro corazón, como Él nos ha abierto de par en par la puerta del suyo», subraya el obispo citando al Papa Francisco.











