OPINIÓN POLITICA PSOE

Firma 15: Socialistas, el viaje a ninguna parte

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Adrián Sánchez

Por Adrián Sánchez 

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Adrián Sánchez Castillo (Madrid, 1987), vecino de Leganés desde su nacimiento. Estudió Geografía e Historia en la UNED y Biblioteconomía en la UC3M. Investigador en Historia Contemporánea, trabaja en la Fundación Tagus, donde desarrolla proyectos de Memoria Histórica. Fue cofundador de Podemos en Leganés y concejal del Ayuntamiento de Leganés por Leganemos desde junio de 2015 hasta julio de 2016.

Hace cuarenta años, unos simpáticos muchachos con chaqueta de pana nos invitaban a subir a su coche para iniciar un viaje que parecía atractivo. Aunque haríamos muchos kilómetros y habría que pagar abundante gasolina, íbamos a atravesar bellos parajes, probar una buena gastronomía y terminar disfrutando de un idílico lugar. Después de otros cuarenta años sin poder movernos, la idea era muy apetecible. El combustible lo pagábamos nosotros. Ellos conducían. Y allá que fuimos.

La aparente comodidad de la tapicería y el sonido del motor nos encandilaron. El brillo rojo de la carrocería nos dio seguridad: era el mismo color que el de los coches donde habían viajado nuestros padres y abuelos. Al principio, todo parecía ir sobre ruedas: avanzábamos rápido, y no dábamos demasiada importancia a ese pinchacito en la curva, esa reconversión industrial, ese derrape contra el arcén, esa reforma laboral, ese desvío pasado o esa financiación ilegal. Quienes conducían insistían con bellas palabras en que llegaríamos tarde o temprano. Y les creímos.

El paisaje que cruzábamos no era tan hermoso como nos habían prometido. Aunque conseguimos parar en una sanidad universal y obligarles a tomar algo en una educación pública más accesible, cada vez que tenían ocasión giraban el volante para llevarnos a recortar las pensiones, imponer contratos-basura a los jóvenes o privatizar empresas públicas. Y, encima que la gasolina la pagábamos nosotros, veíamos como se la regalaban a todos los ferraris y jaguars que iban por la autopista de peaje.

Hace 40 años, unos simpáticos muchachos con chaqueta de pana nos invitaban a subir a su coche para iniciar un viaje que parecía atractivo; el combustible lo pagamos nosotros

Pero se lo perdonábamos todo: ¡Sonaban tan convincentes al volante, era tan roja la carrocería…!

Cuando pudimos comprarnos un mapa de carreteras empezamos a dudar: “¿Estaremos yendo bien?”, nos preguntábamos.

Pero claro, cualquiera se bajaba en marcha o, peor aún, cogía el coche azul, que llevaba a los mismos sitios e incluso a algunos mucho peores que el nuestro. Además, de color rojo no había más automóviles. Solo una lenta Vespa con matrícula I.U. que daba vueltas a una rotonda y a veces hasta cometía los mismos errores que nuestros conductores.

Después de desviarnos en el km. 135 de la Constitución y sentarnos a comer de primero burbuja inmobiliaria y de segundo reforma laboral, nos saltaron todas las alarmas

Después de desviarnos en el kilómetro 135 de la Constitución y sentarnos otra vez a comer de primero burbuja inmobiliaria y de segundo reforma laboral, nos saltaron todas las alarmas. Pero la inercia y los miedos nos hicieron seguir transitando. Estábamos tan acostumbrados que nos costaba mucho cambiarlo. Incluso cuando firmamos un seguro con una nueva empresa naranja que nos acabó estafando.

Al final, cuando nos quisimos dar cuenta, nuestro automóvil se echó un lado, paró y se puso a chupar rueda del coche azul, camino del desguace, “por responsabilidad”.
Llevábamos 40 años de viaje para esto. ¿Íbamos a permitir que nuestros hijos y nietos hiciesen semejante trayecto? No. Así que bajamos, y empezamos a caminar nosotros mismos.

No os fiéis de quien os vuelva a guiñar el ojo desde el volante del mismo coche. Se llame Felipe, Susana, Llorente o Pedro, llevan al mismo sitio: a ninguna parte.

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