Desde los 14 años tengo la idea de ayudar a la gente”. Así se define. Tiene 73. Ha estado casi 50 casada. Madre de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos. Cuando se jubiló decidió “no sentarme a esperar la llegada de la muerte”. Su marido no quería seguir el camino y se separó. “Con lo que me tocó de la separación monté la Fundación Internacional Divino Niño”.
Mira con la profundidad de los alegres de corazón. “Yo no hago nada, lo hace Dios”. Asegura una persona que después de revolcar su vida con 65 años se fue a vivir a un local de 17 metros cuadros en Leganés. “Se vivía divinamente, como una reina”. Ese fue su particular centro de operaciones durante meses. “Allí empecé a meter comida, pero llegó un momento que no entraba”.
Una vida de entrega
Su camino hacia los demás comenzó superando un cáncer de colon. Cuando eso pasó, se fue a los supermercados a pedir. “Con lo que me daban me iba a hacer bocadillos para las gente que estaba por la calle en Opera y en Plaza Mayor”. Aún vivía en Madrid donde se había marchado de Leganés, a donde había llegado con siete años.
Cuando se dio cuenta de que ya no entraba en el local, pidió ayuda y gracias a una vecina, que le habló del Leman’s, surgió una nueva posibilidad que ya se ha quedado chica. “Los hijos me dicen que ahora que podía vivir bien, pero les contesto que estoy viviendo bien. Esto es pleno”. Su sueño no termina en Leganés. Tengo un terreno en República Dominicana. “Quiero construir para allí para niños de la calle y ancianos”.
Antes quiere que FIDINI, -“fue una fundación porque me dijeron que era lo mejor, pero yo no sabía si quiera lo que era una fundación”- de la mano de ‘Pasito a Pasito’ pueda trabajar en un local para cubrir esa parte de necesidades que la sociedad ha dejado destapadas. “Reconforta mucho ayudar a los demás. Yo estoy empezando a vivir ahora”. 73 años. Romualda Mayordomo Palomo. Un alma al servicio de los demás.
