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El deporte regala historias conmovedoras casi siempre. Ha pasado 28 años desde que José María Sánchez Élez lograse la medalla en Seúl. Ahora es Eva Calvo la que tendrá la ocasión.
28 años desde unos Juegos Olímpicos a otros. El taekwondista leganense José María Sánchez Élez acudió a Seúl en 1988 con la preparación en la maleta para pelear una medalla y logró la plata, junto a su inseparable amigo, José Sanabria. Meses después fallecía en un accidente de tráfico en la carretera antigua de La Fortuna cuando venía de dar clases en INEF. Su mujer, Josefina, compañera desde la adolescencia se quedaba al cargo de una niña, arropada por la familia de su difuto marido. Cuatro años después JoséMaría Martín del Campo empezaría a adentrarse en el taekwondo tras muchos años de Judo. Reconoce que descubrió lo divertido del deporte junto a Sanabria. Y fundó el Club de Taekwondo Élez – Sanabria, en memoria del subcampeón olímpico y en agradecimiento del que fue su maestro. El destino ha querido que surja la figura, primero, de Eva Calvo, nuestra primera olímpica leganense confirmada para los Juegos de Río; y después la de su hermana Marta. El nexo de unión de todos, el legado de José María Sánchez Élez.
Sánchez Élez. 1988 – Seúl
José María fue uno de los precursores de este deporte en nuestro país. Logró, al igual que su inseparable amigo, José Sanabria una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Seúl, en Corea, donde el taekwondo era el deporte nacional. Es, sin duda, uno de los impulsores de la dimensión y el alcance que el deporte ha conseguido durante todos estos años. Es el único medallista olímpico que hasta la fecha ha tenido nuestra ciudad. Su medalla de plata está a buen recaudo, guardada por su hija, que pese a ser de plata la guarda como oro en paño.
Eva Calvo. 2016-Río de Janeiro
Camino de los 25 años, los cumplirá el 29 de julio, Eva se inició el mundo del taekwondo al amparo del Club Deportivo Sánchez Élez – Sanabria. Eva nació dos años después de haber muerto nuestro medallista olímpico, sin embargo la influencia de Txitxo, su entrenador, le hace tener muy presente la memoria, y sobre todo el legado, del malogrado deportista. Eva ya ha saboreado las mieles del éxito con un bronce y una plata mundial, y un oro europeo y un bronce en los Juegos Europeos. Su reto: los Juegos de Río de Janeiro.