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Editorial 36: La política local de Leganés necesita reflexionar

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“Este premio tendrá todo su valor el día que un partido como este esté en el poder  y premie a periodistas que les sometan a sus contradicciones”. La frase es de la periodista Pepa Bueno, presentadora del matinal más escuchado de la radio española, ‘Hoy por Hoy’ de la Cadena Ser.

La dijo dirigiéndose a los concejales de ULEG cuando recibió el premio al Independiente del año. Alguno solo de pensar que eso pueda suceder, lo de gobernar la ciudad, se le ponen los pelos de punta. La decisión la tomarán los más de 100 mil leganenses llamados a las urnas en mayo del año que viene.

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Esa frase se incardina con la acusación generalizada de que es ese partido, y concretamente su portavoz, el responsable del clima de crispación política que vive la ciudad. Han recibido incluso la acusación de haber agredido a un alto cargo del gobierno; algo que desmontaron al día siguiente con una grabación clandestina de una reunión. Desde luego no estamos ante un ejemplo de pureza política. Pero, desgraciadamente, de nadie. Bueno, de casi nadie.

“La oposición no está para aplaudir al gobierno; está para controlarle y ayudar a que la ciudad crezca”

A ULEG le ha ido bien ese tipo de diatribas. A los demás, no. No han crecido en las calles de la política, lo han hecho en los despachos. De hecho la enorme distancia que le han ofrecido a la sociedad es lo que en este momento tiene a dos históricos partidos contra las cuerdas del desprecio de parte de su electorado. Lo explica a la perfección el portavoz del grupo socialista en estas mismas páginas: “A la gente le llega antes un Rufían (con mayúscula) que un buen orador”.

Desde ULEG se defienden con el, por ellos bautizado, ‘club del contubernio’ en el que meten a propios, extraños, tirios y troyanos. Nadie que haya pasado por el gobierno de la ciudad queda a salvo de sus ácidas – corrosivas en algún momento – críticas.

Críticas sin respeto

Seguramente esas críticas, con el respeto y la educación que merecen los que les pagamos el sueldo a ellos, estén tan merecidas como justificadas en multitud de ocasiones.

La oposición no está para aplaudir al gobierno, aunque lo haga bien. Está para controlarle y ayudar a que la ciudad crezca. Y es que cuando se  pierden las formas, el discurso se distorsiona, se pudre y se llenan de razones aquellos a los que les preocupa más la forma que el fondo. Y de esos en la política local (y arrimados) hay muchos.

“La sociedad tiene problemas que los políticos alejan de una patada cuando se centran en sus verbenas”

Ni el insulto, ni la mala educación, ni lo que sucede de cintura para abajo (salvo que se pague con dinero público), ni siquiera lo que come o deja de comer un alcalde (aunque se pague con dinero público, en este caso lo importante no es el qué sino el cuánto) deben ser parte de de un debate político.

Sociedad alejada

La sociedad, también la leganense, tiene problemas que los políticos alejan de una patada  al formar parte de verbenas y circos que solo interesan a los que forman parte de alguno de los dos bandos. Lo demás, lo otro, es lo que nos importa a todos.

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